El llamado “networking” es algo que hacemos continuamente, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. De hecho cada día interactuamos con decenas de personas y compartimos ideas, impresiones o información. En nuestra vida personal es un “recurso” que usamos constantemente. Muchas veces lo “usamos” para pedir referencias y llegar hasta un buen fontanero, solicitar opinión acerca de un viaje que quiero realizar, indagar en la búsqueda de un buen colegio para mis hijos o lograr que me presenten a una persona que sepa mucho de un tema que en ese momento me interesa especialmente. Si pensamos un poco más en ello, todos en alguna ocasión (nos cuesta muy poco el hacerlo la verdad) hemos acudido a un tercero a pedir información para encontrar un buen gimnasio, averiguar la mejor manera de hacer la declaración de la renta o pedir opinión sobre un posible coche a comprar.
De hecho yo siempre he pensado que el tener unas sólidas y fructíferas relaciones personales son una fuente de felicidad personal. Y también de nuevas oportunidades. Y sin embargo es algo que no tenemos muy presente cuando nos planteamos un cambio de índole profesional. Es más es algo que nos cuesta especialmente y algo en lo que yo he pensado en muchas y diversas ocasiones. Quizás me siento incómodo porque tengo la sensación de estar pidiendo un favor o porque me siento “débil”, “pequeñito” en una situación de inferioridad o de incomodidad.
Si lo intento racionalizar, tengo claro que las personas de mi entorno se mueven en diferentes ambientes, conocen a otras personas y tienen un montón de información en “sus cabezas”. Sin embargo, cuando las personas buscamos trabajo es muy habitual que veamos a la gente de nuestro entorno como alguien al que “como mucho” podré llegar a “enviar nuestro CV por si saben de una oportunidad”. De alguna manera esto es lo que sentimos se ha hecho desde siempre y lo que suele hacer la gente de nuestro entorno en esa misma situación. Y actuando así nos perdemos un montón de cosas.
Una persona de mi entorno es alguien que me puede dar un consejo, me puede informar sobre un sector que desconozco, me puede explicar una empresa por dentro o simplemente puede empezar a “mirar y pensar” por mi. En definitiva es hacer en este caso bajo la perspectiva “profesional” aquello que con tanta naturalidad hago en mi vida personal. Si yo hablo con la gente de mi entorno de temas tan variopintos como los anteriormente comentados, ¿por qué no hacerlo también con temas de carácter profesional?. Eso si, de hacerlo, creo es bueno hacerlo adecuadamente, de una manera no invasiva, no intrusiva, simplemente haciendo partícipes a los demás del momento en el que me encuentro, pidiéndoles opinión e involucrándoles en mi proceso. Como dice el título de más arriba “Si yo acudo a alguien y pido un trabajo recibiré un consejo. Si por el contrario lo que hago es solicitar un consejo al final encontraré un trabajo”.
Si te animas a iniciar este estupendo camino de compartir tu momento y solicitar opinión a las personas que te rodean, aquí te dejo tres ideas que creo te pueden resultar interesantes
- Toma conciencia de la poderosa red de contactos que tú ya tienes. Para ello no tienes más que comenzar a hacer un listado. Recuerda que somos “animales sociales” y que al tener una familia, haber ido a un colegio, tener amigos, vecinos, disfrutar de una vida normal todos tenemos un montón de contactos en nuestra “mochila”. Si haces el ejercicio verás te saldrán más de un centenar.
- En segundo lugar creo es muy importante establecer los objetivos concretos que nos podemos marcar con cada persona de mi entorno. No todos nos podrán ofrecer las mismas cosas (ni yo a ellos), por lo que será importante establecer objetivos claros y muy sencillos. A ciertas personas con criterio y experiencia podré solicitar su visión sobre mi proyecto y alternativas. A otras les podré solicitar que me cuenten sobre posiciones o empresas que no están a mi alcance. Una persona me puede ayudar a conocer mejor por dentro una empresa que desconozco o lograr que me presente a alguien que sepa mucho de algo que me interesa. No es “café para todos” y por lo tanto lo tendré que trabajar muy bien y de manera muy personalizada (caso por caso).
- Tras tener identificados mis contactos y haberme marcado un objetivo, es aconsejable desarrollar la capacidad relacional para hacer una aproximación adecuada, amable, no invasiva y que me permita sentirme bien (y a la otra persona también). Esto no es algo que se nace con ello, por lo que la habilidad para hacerlo muy bien la puedes ir desarrollando paso a paso. Si me esfuerzo y lo preparo con cariño, vivo la experiencia y reflexiono sobre ello poco me iré sintiendo más y más fuerte, lo haré haciendo mucho mejor.
Y por último ten siempre presente que la mejor manera de aprender es “haciendo” y reflexionar después sobre lo vivido. Como he venido insistiendo varias veces a través de estas líneas, el hacer “networking” no deja de ser muy parecido a lo que ya de manera natural hacemos continuamente. Simplemente debemos enfocarlo hacia un tema diferente y hacerlo adecuadamente. Y nadie te penalizará jamás por solicitar su opinión sobre un tema concreto si lo haces de una manera adecuada.
¿Tú acaso lo harías? Pues la mayoría de la gente ahí fuera tampoco.