Cuando nos encontramos en un momento de búsqueda de empleo o de transición laboral, instintivamente, queremos salir de esta situación lo antes posible. Pero, aunque es importante ser activos y estar atento a cualquier oportunidad, antes de nada, deberíamos reflexionar sobre algunas preguntas: ¿sabemos cuál es nuestro proyecto? ¿Nos conocemos a nosotros mismos?¿Tenemos claro lo que queremos hacer? ¿Disponemos de una hoja de ruta que nos permita estar siempre orientados hacia el éxito?
Si la respuesta es “sí” a todas las preguntas, somos unos de los pocos afortunados que, por ahora, lo tenemos claro; si la respuesta es negativa, viene el momento de reflexionar e intentar contestarlas con fundamento.
Porque uno de los mayores retos que tenemos, tanto a nivel profesional como a nivel personal, es conocernos y evaluarnos para conseguir lo que realmente siempre hemos querido.
Y es que, deberíamos ser capaces de identificar –y de poner por escrito– un modelo de relación propio con nosotros mismos donde podamos obtener toda la información necesaria para llegar a ser lo que queremos ser; saber qué podemos aportar a una compañía, identificar nuestro valor añadido, tener claro lo que nos gusta del entorno y de las tendencias y fijarnos nuestro objetivo y los caminos que nos acerquen a ellos.
Analiza tus ventajas competitivas personales
Pero, ¿cómo podemos hacer este ejercicio que nos permita alcanzar nuestro ideal profesional? Sin duda, una de las mejores maneras es a través de un DAFO –también conocido como SWOT O FODA– una técnica propuesta por Albert S. Humphrey durante los años sesenta y setenta en Estados Unidos, que tenía como principal objetivo descubrir la falta de planificación y determinar las ventajas competitivas a través de la visión interna –debilidades y fortalezas– y la visión externa –amenazas y oportunidades–.
Y, ¿por qué utilizar esta técnica? Porque nos da un autoconocimiento integral de aspectos racionales y emocionales que nos permitirán poder tomar decisiones más ajustadas a nuestra realidad, vinculándolo a lo que nos gustaría ser –o llegar a ser–, además de ofrecernos una hoja de ruta a la que, con tan solo un vistazo, seamos conscientes de dónde estamos y podamos activar acciones que nos permitan llegar a nuestro objetivo deseado.
Para ello, tenemos que ser honestos con nosotros mismos, ya que cuanto más francos y realistas seamos, más capaces seremos de acertar con este ejercicio y cumplir nuestro objetivo final.
Para lograrlo, estos son los pasos que debemos seguir:
¿Qué nos hace fuertes?
Identificar nuestras fortalezas es crucial para saber en qué somos buenos y centrarnos en aquello que nos hace únicos y nos diferencia de los demás. Para ello, debemos saber cuáles son nuestros puntos fuertes, cómo afrontamos y superamos las situaciones adversas, cómo ejercemos nuestro liderazgo o cómo potenciamos el talento que llevamos dentro.
¿Cuáles son nuestros puntos débiles?
Saber qué es aquello en lo que podemos trabajar para mejorar no es una derrota; al contrario, es clave para potenciar nuestras fortalezas y darnos cuenta de en qué fallamos y qué es aquello que no nos permite avanzar. Además, no debemos olvidar que, si tenemos previamente identificadas nuestras fortalezas, conseguiremos identificar mucho mejor nuestras debilidades.
¿A qué amenazas nos enfrentamos?
Identificar las amenazas externas y conocer los riesgos a los que tenemos que hacer frente, tiene que darnos impulso para poner planes de acción para adaptarnos a ellas. ¿Por ejemplo? Las competencias digitales, las nuevas habilidades requeridas, el trabajo en equipo o el liderazgo.
¿Qué oportunidades tenemos?
Ser conscientes de todas aquellas puertas que se nos abren ante el futuro profesional es clave para poner el foco e ilusión en ellas y tener claro el camino hacia donde nos dirigimos y donde podemos dar el 100% de nosotros mismos. Y, por supuesto, no debemos olvidar que deben estar muy unidas a las fortalezas para ser capaces de sacarles el máximo partido.
Y más allá del DAFO, ¿qué?
Una vez hayamos dibujado nuestro DAFO personal, deberíamos darnos cuenta de otros muchos beneficios que obtendremos al conocernos y habernos evaluado.
Y es que, desde este preciso instante, seremos capaces de aprender a identificar y superar cualquier adversidad y aprovechar cualquier oportunidad, ya que tenemos una hoja de ruta que nos ayude a centrarnos y superar el reto que nos propongamos.
De esta forma, si lo hacemos, veremos los resultados y percibiremos los beneficios de manera inmediata y seremos dueños de nuestras propias acciones y sueños, creciendo y cumpliendo objetivos de manera mucho más precisa y rápida. Todo un reto clave –y necesario- para nuestra vida personal y profesional.
¿Te gustaría trabajar en tu desarrollo profesional?