¿Cómo enfrentar la búsqueda de empleo? Esta una de las preguntas que nos hacemos, a menudo, cuando nos vemos en una situación de transición profesional. Nuestros candidatos saben que es una buena pregunta, sobre todo si nos la hacemos después del qué y el para qué. Definir un proyecto viable, retador, que nos apasione y genere valor, es la primera y más sólida piedra de nuestro nuevo puente – una analogía que suelo utilizar –. Y es que, hacer todo esto es un apasionante reto que abordar, aun mientras nos encontramos transitando en un mar de pensamientos confusos que nos generan emociones contradictorias.
¿De dónde nace mi ansiedad, mezclada con ilusión?; ¿cómo hago con este miedo, esta inseguridad y a la vez está liberación?; esto que siento ¿es rabia o tristeza?; ¿de dónde salen todos estos sentimientos y cómo los transformo? Todas estas son preguntas que, aunque de primeras nos puedan sonar lejanas, se viven en primera persona cuando pasamos por un momento así.
El primer paso es hacer una pausa y respirar. Una vez que estemos tranquilos, con la mente abierta, podemos descubrir estos tres pasos para crear nuestra nueva realidad.
- Entender qué nos sucede. Nos enfrentamos a un escenario seguramente desconocido, una situación de incertidumbre en la que el cerebro, la emoción y el cuerpo luchan para adaptarse. Viendo esto, nuestro cerebro se plantea dos opciones.
- Activar la respuesta ante el peligro: ataque, huida o bloqueo.
- Activar el modo de adaptación y superación. Si logramos accionar este modo, podremos ser capaces de captar más datos sobre la situación, estaremos más aptos para ser creativos e interpretar estos datos y poder sacarles partido. Es más, si logramos activar este modo, seremos capaces de negociar y cooperar con las situaciones a las que nos enfrentemos, de aprender rápido de los errores, de generar alternativas y hasta de divertirnos por el camino.
¿Cuál de estas opciones suena mejor?
- No somos nuestros pensamientos. Después de escoger alguna de las dos opciones para proceder – dando por hecho que todos terminaremos decantándonos por la B – hay que activar el modo, y para eso nos podemos plantear la pregunta ¿dónde encuentro el interruptor? El interruptor de la opción de enfoque, y por tanto de la emoción que ésta desate, es el pensamiento. Lejos de lo que hemos aprendido, no se trata de quitar hierro al asunto, de resignarse o de aguantar, se trata de aprender a hacernos las preguntas adecuadas de la forma precisa.
- Crear nuestro propio lenguaje para la trasformación. Estas tres herramientas son esenciales para liberar nuestro mejor potencial:
- Describir con honestidad el presente y evitar generalizar e idealizar. Qué tiempo tengo para encontrar un proyecto, qué me apasiona, qué sé hacer muy bien, qué necesito hacer mejor, qué opciones hay en mi zona de influencia.
- Explorar con empatía. A quién puede interesarle esto, qué valor le generaría, qué evidencias tengo que puedan ayudarle a ver lo que puedo ofrecer, quién más sabe de esto en mi entorno, qué puedo ofrecerle a cambio de su consejo.
- Planificar con hambre. Cómo puedo llevar mi proyecto a cabo, de qué recursos dispongo, quién puede ayudarme, qué puedo hacer para empezar, cómo puedo diferenciarme, qué paso puedo dar hoy mismo que me acerque a ser conocido por mis grupos de interés.
Describir la realidad con objetividad, sin perdernos en idealizaciones y generalizaciones, nos permite liberar el modo adaptativo de nuestra respuesta a la incertidumbre, la cual nos ayuda a explorar mejor el entorno y los agentes de interés, para idear planes de acción diferenciales.
Según interpretemos la situación, cómo amenaza o cómo oportunidad, seremos capaces de gestionar la incertidumbre. De hecho, como explica Mario Alonso Puig, podemos liberar nuestro mejor potencial cambiando la forma en que vemos y describimos nuestra situación.