Cuando pasamos de una actividad frenética –como es el día a día en un trabajo con la agenda llena de reuniones, tareas por hacer y e-mails por responder–a una percepción de inactividad –como es un proceso de transición laboral–, esta situación tiende a llevarnos a tener una sensación de vacío que solemos llenar con actividades que nos restan energía y nos hacen perder el foco en nuestro objetivo final: encontrar un nuevo proyecto profesional.
Así, gestionar bien nuestro tiempo, en esta situación, significa que debemos destinarlo a realizar actividades que aporten, en cualquiera de los sentidos, a la consecución de nuestro objetivo.
Más allá del tiempo que necesitamos invertir en nuestras actividades de networking, en actualizar nuestros conocimientos o en estudiar el mercado –temas ya tratados en más de un artículo–, es muy importante el tiempo que debemos dedicar a nuestro bienestar emocional durante un proceso de transición y de búsqueda de empleo.
Y es que, sentirse bien con uno mismo es importante desde varios puntos de vista. El primero (y fundamental) se centra en la perspectiva más personal; debemos rebuscar en nosotros mismos cuáles son aquellas cosas que nos hacen felices, con qué disfrutamos emocionalmente y qué nos da serenidad, para verlo todo desde un enfoque más objetivo. Para unos será volver a poder dedicar tiempo a la lectura, para otros ayudar a los demás o dedicar tiempo al bienestar físico, tan importante y que no debemos olvidar ya que nos puede ayudar a liberar la ansiedad y el estrés que nos provocan los momentos de incertidumbre.
Puede que alguno de nosotros no le demos la importancia que merece, pero, si lo vemos desde el punto de vista profesional, en un proceso de búsqueda de empleo debemos tener esa estabilidad emocional que nos permita analizar y tomar decisiones con plena serenidad y coherencia. Está claro que habrá momentos en los que nuestras defensas estarán más bajas y, por este motivo, es muy importante no dejarnos llevar por las circunstancias. Ante tal caso, debemos pararnos y visualizar nuestro objetivo, retomar nuestro plan de acción desde ese último hito alcanzado, felicitarnos por ello y continuar.
Así, es evidente que nuestra emocionalidad nos trasciende; se refleja en todas y cada una de las acciones que realizamos en nuestro plan, queda patente en todos y cada uno de los encuentros cara a cara que realizamos y afecta a nuestra capacidad de impactar y de transmitir entusiasmo al resto.
Así pues, solo nos queda preguntarnos, ¿qué estamos haciendo para cuidar nuestro bienestar emocional?