“Nadie debe alejarse de ti sin sentirse mejor”, Madre Teresa de Calcuta
Cuando me pregunto qué puede haber mejor que hacer felices a los demás, reconozco que la respuesta es nada. En mi día a día me encuentro con muchas personas que están tratando de contestar preguntas importantes que, en muchas ocasiones, son la primera vez que se hacen: ¿qué tres cosas son las más importantes para ti?; ¿de qué me siento orgulloso?; ¿qué quiero ser de mayor?; ¿en qué medida he contribuido de manera consciente a conseguir los objetivos que he ido consiguiendo? En este momento, yo trato de hacerles otra pregunta: ¿cuánto tiempo has dedicado a pensar en cada una de esas cosas que son importantes, aquellas de las que te sientes orgulloso o en tener un plan con pasos que provoquen que las cosas sucedan?
Cuando nos encontramos en una situación de cambio profesional, de búsqueda de un proyecto nuevo que nos vuelva a enamorar, que aflore en nosotros sentimientos que hace tiempo hemos perdido, a veces, no nos damos cuenta de lo importante que es hacerse todas estas preguntas. Nos enfocamos en buscar trabajo como locos, aplicar en todas las ofertas que vemos y no dedicamos tiempo a pensar en lo que verdaderamente queremos.
A veces sucede que, en ese momento de transición – real o no, puesto que muchas veces, aunque tengamos un trabajo, en nuestro interior nos encontramos en momento de transición – , nos encontramos con alguien que tiene claro lo que quiere y escuchamos, con asombro, cómo nos dice que disfruta de su vida, de su trabajo, de hacer deporte por la mañana; y es entonces cuando algo que ya estaba en nosotros hace “click” y nos damos cuenta de que queremos ser así, de que queremos sentir lo que sienten ellos. Esa envidia sana de lo que sienten y hacen, nos motiva a contagiarnos; y es, a partir de ese momento, cuando debemos empezar a buscar, a recuperar esos sentimientos de estar enamorados y enganchados a nuestro día a día.
La actitud lo es todo
Todos hemos estado delante de una persona que, al cabo de tres segundos, te hace pensar:
Al mismo tiempo, hemos estado delante de otras personas y hemos pensado:
No todos transmitimos lo mismo, hay personas que, como dice Victor Küppersen su libro‘Vivir la vida con sentido: actitudes para vivir con pasión y entusiasmo’, van a 30.000 vatios y personas que van fundidas. Entre 0 y 30.000 estamos todos. Pero nos gustan las personas que van a 30.000, las que transmiten alegría, entusiasmo, optimismo, honestidad, serenidad, transparencia, confianza…esas personas brutales que, de vez en cuando, tenemos la suerte de conocer.
El momento en el que estamos se refleja en lo que transmitimos sin si quiera necesidad de estar cara a cara, tan solo por teléfono o por email:
“Apreciada María,
¡Le voy a ayudar a convencer a su marido! Es verdad que no tenemos fotos de las habitaciones de nuestro hotel porque estamos renovando la página web, les pido disculpas por ello. Al jefe le ha dado por reformar, qué le vamos a hacer (😊). Lo que he hecho es subir a la habitación que creo que mejor les encajaría con los niños, y hacer unas fotos con mi cámara personal. Se las adjunto en este email. Si a su marido no le gustan las habitaciones, dígamelo, que hablaré con el jefe para cambiarlas (😉puestos a reformar ya no creo que venga aquí). Si necesita más fotos, solo tiene que pedírmelas, no tardo más de 5 minutos. Le esperamos (pronto).
A su disposición,
Responsable de Recepción”
Cuándo uno recibe este email y lo lee, ¿qué piensa?, ¿qué pensarías tú? Hay ocasiones en las que tenemos la inmensa fortuna de conocer este tipo de personas, aquellas que en cuanto las conoces piensas: “¿De dónde sales?, ¿de qué planeta vienes?”. Estas personas son las que transmiten 30.000 vatios.
“Apreciado cliente,
En este momento estamos renovando nuestra web y no hay fotos disponibles. En unas semanas podrá verlas usted en nuestra página. Rogamos disculpe las molestias.
Atentamente,
Responsable de Recepción”
Este hubiera sido un email serio y profesional, muy correcto. Sin embargo, cuando hablamos de transmitir hacemos referencia a lo que tiene que ver con enamorar, con irradiar una serie de virtudes como la honestidad, integridad, confianza, bondad, alegría, serenidad, paz, humildad, profesionalidad, generosidad o amabilidad. Esto es lo que tienen las personas que van por la vida a 30.000 vatios. Y a todos nos gusta vivir, convivir, trabajar y compartir tiempo con este tipo de personas.
¿Cómo alcanzar los 30.000 vatios?
Lamentablemente, no siempre nos encontramos en un entorno que ayude. Muchas personas están desanimadas o se han ido fundiendo; no porque sean personas débiles, no, simplemente porque vivimos en un entorno que tiende al desánimo.
A nuestro alrededor hay múltiples factores que nos influyen; factores que se van acumulando hasta desanimarnos, especialmente cuando llevamos ya unos años así. Además, muchas personas empiezan a perder la esperanza porque no se ve la luz al final del túnel (hay quien dice que esto no es un túnel, sino un hoyo, por eso no vemos la luz).
Todos tenemos amigos o familiares que están en paro, situación nueva que hace cinco años no ocurría; y quien más quien menos está sufriendo por su puesto de trabajo o ha sufrido recortes salariales. A estas preocupaciones hay que sumarles los problemas personales que cada uno de nosotros pueda tener; un problema de salud, una relación de pareja complicada, una madre que se ha hecho mayor y está delicada o un hijo en edad complicada. Si sumamos todos estos problemas, puede parecer lógico que nos desanimemos. Y los estados de animo se contagian. Y mucho.
Mantener el ánimo supone ir a contracorriente, requiere un esfuerzo enorme, por eso es fácil perderlo. Y muchas personas lo han perdido sin darse cuenta. Las personas que mantienen el ánimo no son aquellas a las que todo les va bien, que no tienen preocupaciones, ni problemas. No es cierto. Es fácil estar contento cuando las cosas van bien, el mérito está en hacerlo cuando no van tan bien. No se conoce a las personas grandes, entusiastas, alegres, positivas, hasta que llegan los momentos difíciles; ahí es donde hay que demostrarlo.
Si para sentirnos bien o alegres hay que esperar a que todo vaya bien en nuestras vidas, lo tenemos crudo. La gran mayoría de las personas solo se sienten bien y alegres cuando reaccionan a las circunstancias favorables, pero hay una alegría mucho más profunda, estable y segura, y que no es una mera reacción a situaciones externas, sino que nace de lo más profundo de uno mismo cuando nuestras actitudes son las correctas.
La felicidad es la paz interior, la calma mental, la serenidad. Sin esta, no podemos disfrutar de las alegrías externas. Si solo buscamos fuera nos convertimos en máquinas de desilusión, tensión y desdicha; consumistas y acumuladores. El punto crítico reside en controlar nuestra actitud y, para ello, la clave está en fomentar las emociones positivas y en limitar y reducir las negativas. Hay que ser como un alquimista, transformando nuestros pensamientos de mala calidad en otros de gran calidad; de este modo, la presencia de emociones positivas en nuestra mente va dejando cada vez menos espacio y eliminando las emociones negativas.
Uno de los mejores propósitos que podemos tener es luchar por ser una persona mejor con un proyecto de futuro que nos acompañe a este crecimiento.
Disfruta del camino, te hará llegar a la meta
¡Disfruta! Disfruta de todo lo que haces, con el trabajo, con la búsqueda de trabajo, con el estudio, conduciendo, jugando, corriendo, en una reunión, caminando, en el metro, en el autobús… ¡Con todo! Si no disfrutas de lo que haces, intenta cambiarlo, haz todo lo que esté en tu mano para hacer lo que te apasiona; si no lo haces, no puedes quejarte.
¡Ponte ilusiones! No vivimos del pasado, vivimos de cara al futuro. ¿Qué te hace ilusión? ¡Hazlo! Aprende a pasear, a disfrutar de la gente que te rodea, sin prisa, no lleves tus preocupaciones contigo.
¡Ayuda a los demás! No hay nada que llene tanto como ayudar y hacer favores a los demás. Muchas personas necesitan ayuda. Dedica tiempo, es el regalo más preciado porque es lo que más valoramos.
¡Reparte alegría!
¿Cuántos vatios estás dispuesto a que te definan?